Canadá :: Día 2 :: Niagara on the Lake
Después de pasar una fabulosa mañana visitando Toronto, nuestra van nos esperaba para desplazarnos durante dos horas por Queen Elizabeth Way hasta una ciudad que muchos reconocen como la más hermosa de Ontario: Niagara on the Lake, donde el río Niágara llega al lago Ontario.
Nada más bajamos del autobús una extraña sensación de seguridad y alegría nos invadió. Probablemente por la cantidad de tulipanes de colores o por una de las pocas tiendas de adornos de Navidad que permanece abierta todo el año, en esta pequeña ciudad viven los canadienses más orgullosos. Orgullosos de vivir en uno de los lugares más cuidados y románticos del país, de haber sido nombrada la primera capital del Canadá, y por supuesto, de que las frutas y verduras que se producen en sus campos sean las más deliciosas de la península de Niágara.
Niagara on the Lake es mucho más que una (digamos aldea) bonita, es un paraíso inspirador en el que hasta el cementerio es colorido y en el que a los caniches los peinan con pompones; en el que el estrés diario se queda en la orilla del lago y los comercios se confunden con casas de muñecas.
La ciudad tiene una variada oferta culinaria, bodegas, tiendas de recuerdos y acogedores hoteles con encanto. Solo estuvimos allí un par de horas (lástima), y en ese tiempo una de nuestras principales distracciones pasó por hacer una cata del famoso Ice Wine, una de las delicias de la gastronomía de Canadá. La fría climatología de esta zona de Ontario, es aliada para el proceso de elaboración de este vino dulce que se extrae a partir de uvas semicongeladas que son recolectadas a mano y prensadas en el momento justo para obtener un jugo muy concentrado en azúcares. La cata la hicimos en una tienda de vinos llamada Wine Country Vintners que permite probar 2 vinos por $7 o 3 por $10, lo mejor es que si compras te descuentan el precio de la cuenta final.
