Diario de una claustrofóbica en Fez, Marruecos

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La divertida historia real de una viajera sola en el laberinto que es La Medina de Fez (Marruecos)

POR: Violeta yuste andia

Fez (Marruecos). En unos de mis viajes por el mundo conocí a Olivia, una viajera empedernida de 35 años que acababa de divorciarse (historia de cuernos, por lo que me dio a entender). La genia decidió seguir vagando por el mundo acompañada solo de su sombra y su mochila. Menuda crack, alta, aventurera, interesante, sé de más de uno que hubiese cambiado ruta por toparse con ella en el hotel de turno.

Lo que nadie sabía era su pavor a la pérdida de control. Por eso Olivia viajaba por el mundo sin olvidarse nunca de tener Planes B, C y D si la situación lo requería.  Entre unas cervezas me contó su última aventura en Fez (Marruecos) y su increíble Medina. Pero, antes de eso… ¿Sabes lo que es una medina? Vamos a jugar a que lo sabes y yo solo lo explico por gusto, ¿Vale? Pues mira, una medina es una antigua ciudad amurallada árabe compuesta por callejuelas serpenteantes, colegios (madrasas), mezquitas, zocos y barrios. Un auténtico laberinto militarmente estratégico y repleto de vida. Como el centro de tu pueblo, pero con más gracia, menos borrachos y unas murallas altas.

He aquí que Olivia decide embarcarse en la aventura obligatoria de Fez: Perderse por su medina. ¿Sabéis lo que significa eso para un control freak? En dos palabras: “No bueno”.

Photo by D L on Unsplash (Fez, Morocco)
Photo by D L on Unsplash (Fez, Morocco)

Ataviada con la perfecta ropa de la guiri respetuosa con la cultura del país, se calza su mochilita de día, agua, móvil, cargador, crema solar, un plátano (nunca se sabe cuando necesitarás una fuente de potasio a mano), un jersey por si acaso refresca y entra a la medina por la mítica Bab Bou Jelou (la Puerta azul).

Nada más entrar ya empieza el asedio: «Habibi quieres comprar té? ¡Es el whisky bereber!» ,»Entre en mi tienda, el primer cliente siempre tiene el mejor descuento», «Compre aquí! Más barato que Mercadona», «Hola, tienes novio? ¿Cuántos camellos quieres?». Era brutal, aún no había abierto la boca y la medina entera ya sabía que había una nueva chica española en ella.

La Medina de Fez y una de sus 9000 callejuelas
La Medina de Fez (Marruecos) y una de sus 9000 callejuelas

Uno va a la medina de Fez (Marruecos) a perderse, es imposible no hacerlo, es de ley y lo saben los chinos de Rusia. Aún empeñada en mantener el control, siguió bajando por la “avenida” principal (véase una callejuela de tierra de un par de metros de ancho) hasta que ya tuvo que empezar a meterse por otras estrechas calles, “Peluquería Saifa, derecha en restaurante con cuadro del Rey de Marruecos, recto hasta señor que vende esculturitas de metal y a la izquierda”, estaba haciendo acopio de una memoria prodigiosa cuando de repente se topó con la preciosa Madrasa principal de la medina. Hora de disfrutar, fotos, paseo, ¡qué maravilla!

Detalle de una callejuela de Fez
Detalle de una callejuela de Fez

Miró hacia atrás para volver sobre sus pasos… Miro hacia delante, hacia la callejuela izquierda, la derecha y… ¡mierda! Si, por fin se había perdido. Olivia intentó recordar los puestos, los olores, las personas, pero llegó un momento en el que valía más la pena dejarse llevar por qué era imposible.

Ahí empieza nuestra protagonista a sentir la claustrofobia maravillosa de aquel lugar y a repetirse a sí misma: «Hay 9000 callejuelas aquí, no voy a poder salir.«

Se recompuso y siguió andando… Un chaval con una camiseta del Real Madrid se acercó y le dijo: “Amiga, quieres que te ayude a salir de la medina?” y ahí recordó su divorcio, el ser un alma en pena, la cantidad de veces que le habían dicho que necesitaba a otra persona a su lado y con una ligera condescendencia (no sin antes recordar que llevaba su móvil encima), pasó de la propuesta del chaval que lo único que buscaba eran un par de monedas y algo de conversación.

Al girar la calle sacó su móvil como alma que llevaba el diablo… ¡Batería: Check! ¡Cobertura: Check! Amo Google Maps ven a mí (aún se está riendo Siri de ella). En su pequeña desesperación se había imaginado a un señor de Google paseándose por la medina y trazando un mapa. Pues no, amiga, no. Aquí no había Google Maps que valiese y en ese momento Olivia se acordó de su padre intentando explicarle como podía orientarse con el sol si alguna vez se perdía, intentó acordarse fuerte y lo único que consiguió es recordar con claridad cristalina hacer un mono con platillos mientras su padre se lo explicaba. Cuanta tontería hay en la adolescencia.

La Medina de Fez resulta un laberinto precioso
La Medina resulta un laberinto precioso

Se sintió como en el medievo, vagando por calles construidas hacía 1200 años, despojada de su tecnología y seamos sinceros, con algunos aromas propios de aquella época. Caminó y caminó hasta dejar de sentir angustia, solo caminaba y miraba y cuando se cansó de caminar buscó a alguien que le pudiese ayudar. Como por arte de magia el mismo chaval de antes estaba a escasos metros de ella, la miró y le volvió a preguntar: ¿Quieres ayuda? Olivia se sintió aliviada y se dejó de orgullos. Qué tontería aquello de no pedir ayuda, qué tontería aquello de no disfrutar del momento.

La Medina de Fez al atardecer

Esta vez aceptó y conversó durante más de 15 minutos con Saíd mientras él la guiaba hacia la Puerta Azul. Resultó que Saíd hablaba 4 idiomas y quería ser futbolista y tenía un hermano en Madrid al que iría a ver pronto; resultó también que Olivia prometió llevarle al Bernabéu cuando fuese ¿Y sabéis qué? Que gracias a un chaval de 15 años, Olivia por fin olvidó que estaba perdida.

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