El hermanito pobre de los moluscos

Ni el bonito, ni el camarón, ni los percebes: el mejillón es el primer producto de mar de la unión europea que consiguió la denominación de origen, ¿cómo sabemos que el mejillón que tenemos entre las manos es realmente gallego?
Hace más de setenta años se fondeaban las diez primeras bateas en las inmediaciones de la escollera del puerto de Villagaría de Arosa, de cada una colgaban 400 cuerdas de 5 metros. Desde entonces las bateas en las rías gallegas se han multiplicado por 3000 y su producción, unas 300.000 toneladas, se exporta a todo el mundo, ¿pero cómo sabemos que el mejillón que tenemos entre las manos es realmente gallego?
Cómo distinguir el mejillón gallego
Se hace fácilmente reconocible por tres factores: su inconfundible color anaranjado (mucho más intenso que en cualquier otro lugar), las estrías de su concha y la etiqueta de “Mexillón de Galicia”, la única que garantiza su origen. Ahora bien, camuflado entre salsas de colores, desconchado o entre dos panes no es tan sencillo de captar y, a no ser que vivamos en en norte de España, toca fiarse o recurrir a conservas que indiquen el origen de los mismos.

Dónde comer los mejores mejillones fuera de Galicia
Si estás en Madrid no hay duda, O’Grelo es tu sitio. Este restaurante gallego puede presumir de servir los mejores mejillones al vapor de Madrid, a lo tradicional y sin florituras (qué es como mejor se distingue su sabor). En su versión más refinada apostamos por El Pescador, una selecta marisquería de la capital situada en José Ortega y Gasset 75: su receta catalana para preparar los mejillones se sale de lo habitual y es fascinate.
En Zamora, sin embargo, los llaman tiberios y el Bar Bambú, uno de los más antiguos, los sirve con una de las mejores salsas picantes que habréis probado. Muy de cerca le sigue La Mejillonera, una idea que nació en Valladolid y ahora existe en trece ciudades más (León, Oviedo, Gijón, Burgos, Vitoria, Bilbao, Santander, San Sebastián, Pamplona, Salamanca, Logroño, Cartagena y Murcia); allí los bañan con salsa brava, vinagreta o a la marinera.
Para terminar la ruta, no podíamos dejar de mencionar las dos cunas de los mejillones por excelencia, aunque no son gallegos, sino belgas; y no se sirven con pan, sino con fries. La Musclería (en Barcelona) y el restaurante Mejillón (en Madrid) están especializados en este molusco, y lo alegran con más de cincuenta variedades de salsas, ¡ni más ni menos!
